«Aquí te pillo, aquí te gasto»
Año 2006. Excelentes resultados sin precedentes son obtenidos por las empresas, léanse casos como Endesa, con unos beneficios históricos generados de 3.200 millones de euros, Canon con más de 455.000 millones de yenes, el núcleo duro de la banca española formado por BSCH, BBVA, Caja Madrid, La Caixa y Banco Popular, generando un beneficio neto conjunto de 21.795,02 millones de euros en 2007 sobre los 17.415,99 millones del año 2006. Esto sí que era calidad de vida empresarial, tiempos vividos que tardarán mucho en regresar, si es que algún día lo hacen.
Dentro de esta euforia colectiva en la que el sector inmobiliario actuaba como motor del modelo productivo español, las empresas accedían a financiación externa con menos de la mitad de problemas que ahora tienen para obtener crédito y las previsiones de ventas no sólo se cumplían, sino que en muchas ocasiones eran superadas, cuando optimizar la tesorería ociosa era una función más del director financiero que negociaba con bancos y sociedades de inversión su colocación en mercados; todo esto pasó a mejor vida. Y dentro de este entorno se produjo el fenómeno que nosotros identificamos como “aquí te pillo, aquí te gasto”. En las PYMES muchos de sus propietarios decidieron repatriar la totalidad de esos excedentes de beneficios hacia su patrimonio personal, engrosando éste y dejando a la empresa con los recursos mínimos necesarios que su propia actividad iba generando. Pero esa actividad comenzó a desacelerarse y fueron muchas menos las compañías que decidieron capitalizar aquellos beneficios, reforzando los fondos propios de la sociedad, en previsión de “tiempos peores” como los que efectivamente llegaron después.
A partir de aquí la historia la conocemos todos: 5.750 empresas concursadas en 2010, 442.000 compañías cesaron su actividad entre 2008-2009, 4.3 millones de parados en 2011…
¿Qué hubiese sido de nuestro tejido empresarial si se hubiera evitado el fenómeno citado anteriormente? Seguramente, como dicen algunos, otro gallo cantaría.
Pero no todo es negativo. Según los últimos datos elaborados por el INE, a fecha de cierre del primer trimestre de 2011, el número de empresas morosas se redujo un -7.5% comparado con el mismo periodo del año anterior, siendo las PYMES quienes mejor han logrado reducir sus niveles de morosidad.
Esto nos hace pensar que hasta que no tenemos malas experiencias no reaccionamos, pero ya es tarde, después de haber sufrido fuertes impactos negativos. Nosotros seguimos pensando que existen técnicas, best-practices y modelos de gestión, que actúan de forma preventiva ayudando a evitar ese tipo de situaciones. ¿Pero, por qué no los utilizamos? Posiblemente sea por un tema cultural del país, lo desconocemos…y aquí seguramente vosotros tengáis otra visión al respecto. Será un placer escucharla.
José Miguel Rodríguez y Edgar Figueroa
Socios, Área de Consultoría
OneRate AIE
No hay comentarios