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El mal llamado “Banco Malo”

03 octubre, 2012

Empresa Actual

En el marco del proceso de profunda reestructuración bancaria a la que estamos asistiendo en España existe una pieza fundamental que permitirá “oxigenar” de una u otra manera los balances de las entidades financieras que es la Sociedad de Gestión de Activos (el denominado Banco Malo) que, de acuerdo con los compromisos adquiridos con Europa, debe estar constituida antes de final del año.

Y digo mal llamado porque para ser un Banco típico esta Sociedad debería tomar depósitos en su pasivo y una mecánica de funcionamiento que está muy alejada de lo que en realidad va a realizar.  En todo caso podemos llamarlo Banco por el origen de sus activos pero no porque se asemeje a tal. La denominación de Sociedad de Gestión de Activos (SGA en adelante) es mucho más acorde a su realidad y objetivos.

En realidad se trata de “descargar” de sus activos problemáticos o directamente tóxicos (activos adjudicados y préstamos problemáticos a promotores fundamentalmente) a las entidades financieras con ayudas estatales (que no han podido seguir adelante con sus propios medios) que, de esta manera, podrán sanear sus balances y concentrarse en su recuperación como entidad bancaria (aunque bien es cierto queda pendiente de definir algo tan relevante como los precios de trasferencia de esos activos que será determinante tanto en la estrategia futura de la SGA como en el impacto de sus salida en las entidades).

Bajo la dirección del FROB la SGA tendrá misión de gestionar y progresivamente desinvertir los cientos de miles de activos problemáticos que va a recibir. Se trata de una tarea inmensa, hercúlea, que sin duda llevará un periodo de entre 10 a 15 años.

Son muchas las incógnitas que existen sobre la estructura final de la SGA, sobre su mecánica de funcionamiento, la composición del equipo gestor, su organización y procesos.  Hay mucho que hacer y poco tiempo. Cabe pensar que a finales de año existirá una estructura general, un entramado que permita “acomodar” desde un punto de vista formal la enorme cantidad de activos a traspasar pero no parece posible que estemos ya ante una Sociedad con capacidad operativa real. Por el contrario será inevitable un periodo de transición en el que las propias entidades financieras afectadas seguirán gestionando su parte de activos aunque sea bajo las directrices de la dirección de la SGA. Incluso se plantea la posibilidad de incorporar parte de los equipos de las entidades bancarias afectadas al equipo de la SGA lo que no parece, en principio, muy razonable.

Y es que la tarea a la que se enfrenta la SGA es ingente. Hablamos de un movimiento sistémico de activos que, en su desinversión y dependiendo de sus valores y ritmo de progresión, podría tener un enorme impacto en el mercado inmobiliario y en las entidades financieras. En el marco de la SGA será necesario acometer, entre otras,  tareas tales como:

–          Due dilligence de los activos.

–          Regularización de aspectos jurídicos, urbanísticos y registrales de los activos.

–          Análisis y segmentación de la cartera de activos.

–          Identificación del grado de realización / venta de los activos.

–          Determinación de la estrategia inmobiliaria a desarrollar.

–          Optimización de los activos.

–          Estrategia de desarrollo de los Suelos.

–          Finalización de los activos en curso.

–          Estructuración financiera de la sociedad.

Pese a que el Gobierno aspira a que la participación del FROB en la SGA se limite al 50% parece difícil que los inversores privados puedan tener interés en una Sociedad de este tipo (y si lo tuvieran exigirían un nivel de penalización del precio posiblemente inasumible o una estructura protegida de su equity que no parece alcanzable en este momento). Por tanto se muestra como inevitable la participación de las entidades “sanas” en este vehículo si se quieren cumplir esos parámetros. BBVA ya ha confirmado su participación.

Queda una enorme tarea por delante pero, por ser optimista, podría decir que vamos cumpliendo los pasos necesarios para la regeneración del sistema financiero. Las sucesivas reformas financieras más la creación de la SGA caminan en ese sentido. Ahora necesitamos que progresivamente se vuelva a dinamizar el crédito a la economía real. De lo contrario todo este enorme esfuerzo habrá sido baldío.

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