El sector exterior de la economía española, ¿realidad o espejismo?
En estos momentos en los que parece que se confirma que los “brotes verdes” están asentándose y no son “brotes de un día” que se secan a las primeras de cambio, hemos conocido el dato de crecimiento del PIB del primer trimestre de la economía española. Ésta ha registrado un crecimiento trimestral de un 0,4% en el primer trimestre de 2014, siendo la variación interanual de un 0,5%. Esta tasa nos ha permitido situarnos como una de las principales locomotoras del crecimiento europeo, ya que tan sólo Alemania registra un crecimiento superior al español en este primer trimestre en la eurozona, con lo que podemos decir, y ahora que estamos a las puertas del Mundial de Brasil, que hemos conseguido “domar” a la todopoderosa “ Mannschaft” en los terrenos de juego, pero se nos sigue resistiendo en el terreno económico.
De todas formas, el estar por detrás de Alemania no debe esconder que efectivamente parece que la economía española empieza a depararnos buenas noticias y no sólo dolores de cabeza. Así las autoridades económicas se han encargado de poner en valor este esperanzador dato de nuestra economía y las buenas perspectivas que ofrece la misma de cara al futuro cercano.
Si buceamos un poco más en este dato del PIB español y nos centramos como decía el título de este post en el sector exterior, quizás nuestra sonrisa se relaje un poco y es que, tras muchos meses en los que el sector exterior era la tabla de salvación de nuestra economía y a la que nos agarrábamos para no hundirnos irremisiblemente en el agujero de la recesión, la contribución de éste al dato de evolución del PIB ha sido negativo. Más concretamente, la demanda exterior neta ha caído seis décimas respecto al periodo anterior, siendo su aportación negativa en este primer trimestre de un -0,2% frente al 0,4% de crecimiento registrado en el trimestre anterior.
En los oscuros meses y años de la recesión tan sólo encontrábamos consuelo en nuestro sector exterior. Parecía que éste comenzaba a despertar y que nuestras empresas comenzaban a abrirse al exterior. Dejábamos de ser una economía “compradora” y centrada en nuestro mercado interior y pasábamos a ser una economía pujante en los principales mercados internacionales, no sólo de productos poco elaborados y de escaso valor añadido, sino en sectores que requieren una alta cualificación tecnológica. ¿Nos estábamos convirtiendo en la Alemania del Sur? ¿Por fin nos dábamos cuenta de que era necesario salir al exterior para poder crecer? ¿Estábamos cambiando nuestro modelo de crecimiento?
A tenor del último dato parece que no conviene precipitarse en las conclusiones. Bien es cierto que si escarbamos más en este dato del último trimestre, vemos que la exportación de bienes pasa de un 4,3% en el trimestre anterior a un 7,6% en éste (principalmente por el aumento de ventas a nuestros socios europeos). Por el lado de las importaciones de bienes pasamos de un 4,7% a un 11,7% en este trimestre, debido al aumento de la actividad de nuestra economía (si tomamos bienes y servicios el dato es 8,1% de crecimiento en las exportaciones frente al 9,3 en las importaciones). Por lo que hay que aclarar que tampoco es que hayamos dejado de vender nuestros bienes y servicios al exterior.
No cabe duda de que el sector exterior va a convertirse si no lo es ya en un punto clave para garantizar en el futuro, o ya presente, un crecimiento duradero y de calidad. Los mercados interiores europeos cada vez tienen menos posibilidades de aportar crecimientos significativos y todos los datos dicen que las mayores tasas de crecimiento se situarán en los llamados países emergentes y en los que todavía ni siquiera podemos llamar emergentes (las economías africanas por ejemplo). Por tanto no debemos dejar de perseverar en nuestra apertura a los mercados exteriores, nuestra visión de mercado debe ser global y no local, ahora que cada vez hay menos barreras físicas, debemos romper nuestras barreras mentales.
Estaremos atentos a la evolución de la demanda exterior en los próximos meses para ver si de verdad hemos decidido abrirnos al mundo, o cuando empieza “a calentar el sol en casa” volvemos a recluirnos en nuestro pequeño y confortable hogar.
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