El comportamiento de las empresas españolas en el período 2008 a 2011
INFORMA D&B ha elaborado un estudio sobre la evolución de 483.944 empresas españolas activas de manera continuada durante el período 2008 a 2011 (sin considerar, por tanto, las que se han constituido posteriormente a 2008 ni las que han desaparecido durante esos 4 años). Se trata de una muestra muy representativa del tejido empresarial español que ha sobrevivido a la fuerte crisis económica y que constituye el 35,75% de las empresas activas en España y el 35,8% del volumen de mano de obra en ese periodo.
La restricción en el crédito derivada de una crisis mundial en los mercados financieros, una recesión generalizada de las economías de los países desarrollados y la depresión de los mercados inmobiliarios, especialmente virulenta en España por su fuerte exposición al sector de la construcción, desembocó en una profunda crisis económica en nuestro país que se prolonga desde el último trimestre de 2008 hasta nuestros días alcanzando tasas de caídas sin precedentes.
En este contexto, las empresas de nuestro estudio cerraban el periodo 2008 a 2011 con unas caídas acumuladas del 6,6% de las ventas, del 23,3% de los resultados, una reducción del 5,5% del endeudamiento con entidades de crédito un ajuste del 2,2% de la masa salarial promedio y del 7,6% de las plantillas medias que se traducía en una destrucción de algo más de 500.000 puestos de trabajo.
El mayor ajuste del volumen de negocio se produjo entre el año 2008 y 2009 con una dramática caída de un 12,2% (en el año 2009 el PIB se contrajo un 3,6% lo que supuso el mayor descenso de la actividad de las últimas décadas). De forma inevitable este deterioro general de la actividad económica se trasladó en el año 2009 a las cuentas de resultados de las empresas españolas y a sus rentabilidades y esta tendencia negativa acabó por reflejarse en el resto de indicadores económicos como la destrucción de empresas y de empleo y el fuerte ajuste de la financiación ajena, y se extendió hasta el año 2011 aunque con una cierta moderación de las tendencias contractivas.
La consecuencia de esta negativa evolución de las cifras de negocio es un deterioro muy relevante de los resultados netos de las empresas. La evolución del epígrafe de “Resultados del ejercicio” en estos años ha sido muy pronunciada y ha sufrido los años más convulsos con una caída acumulada en este periodo de más del 23%. Algo superior, un 26,3%, fue la caída acumulada de los “Resultados Antes de Impuestos” mientras que los “Resultados de Explotación” se recortaban en un 10,4%. El ajuste en cualquiera de los epígrafes de Resultados se dejó sentir a partir de año 2009 y de forma especialmente intensa entre los años 2010 y 2011.
Y es que durante la década anterior al inicio de la crisis, las empresas españolas habían venido financiando gran parte de su crecimiento con recursos externos pudiendo superar incluso ampliamente la cifra de fondos propios. Este escenario cambió drásticamente en el año 2008 en la medida en que las ventas disminuían y las empresas sufrían fuertes recortes en la concesión y renovación de su financiación bancaria lo que generó considerables tensiones de liquidez y derivó en suspensiones de pagos, refinanciaciones e incluso ceses de la actividad en numerosas empresas. Como consecuencia de lo anterior se inició una senda constante de desapalancamiento de toda la economía española en general que se mantiene hasta nuestros días.
Así el nivel total de endeudamiento con entidades financieras de las empresas españolas disminuía un 5,5% entre el año 2008 y 2011 haciéndose extensible a todas las empresas españolas independientemente de su tamaño. Esta reducción global tiene una evolución muy diferente entre el endeudamiento a corto y a largo plazo. En lo relativo en la financiación a corto plazo de las empresas fue entre el año 2008 y 2009 cuando este recorte se hizo más patente (se anotó un ajuste del 14,6% en estos dos años) y un ajuste global entre el año 2008 a 2011 del 17,7%. Por el contrario el endeudamiento a largo plazo creció ligeramente influido sin duda por los procesos de refinanciación que “transformaban” deuda a corto plazo en largo.
La plantilla media en el año 2011 de la muestra analizada era de 12,8 empleados por empresa tras acumular una caída del 7,6% desde el año 2008 a 2011. Así las empresas españolas encadenaban desde 2008 y de manera ininterrumpida un ritmo de caídas de sus tasas de empleo que fue especialmente grave entre 2008 y 2009 con un 4,8% de caída y que ha supuesto una destrucción de algo más de 500.000 puestos de trabajo en la muestra de empresas analizadas en el periodo comprendido entre 2008 y 2011.
Este mal comportamiento del mercado de trabajo, unido a las dificultades para la obtención de financiación y al efecto precaución que lleva a aquellos con una economía personal en mejor situación a reducir el gasto, sigue afectando de manera muy negativa al consumo.
Por otro lado, el buen comportamiento del sector exterior no ha sido lo suficientemente vigoroso como para sostener un crecimiento positivo, en un entorno económico caracterizado por el elevado desempleo, un importante endeudamiento, tanto público como privado, un ajuste a la baja del gasto público y una crisis en la deuda soberana de determinados estados, entre ellos España.
Así, las empresas españolas objeto de estudio se han mostrado inestables al no haberse solucionado su elevado endeudamiento y dependencia de las entidades financieras y han continuado su proceso de reajuste generalizado iniciado en 2008, ante una demanda que no acaba de mostrar, salvo en mercados puntuales, signos claros de reactivación.
Y es que a pesar de las medidas adoptadas por las empresas para adecuar sus estructuras a la nueva coyuntura económica con una racionalización de sus estructuras de costes y fuertes reducciones del tamaño de sus plantillas y la búsqueda de una mayor diversificación e internacionalización de sus negocios no han conseguido compensar el deterioro de su actividad y, por tanto, de sus ingresos.
La capacidad de recuperación de la economía española a medio plazo se puede ver limitada por una demanda interna que debe completar el proceso de desapalancamiento y hacer un giro hacia el sector exportador pero sin olvidar los efectos de la ralentización de la generalidad de los mercados. En todo caso la mejora de la productividad de las empresas españolas constituye una buena noticia en la adversidad general pues indica que, pese a las enormes dificultades, las empresas están aprovechando el tiempo para mejorar y, cuanto menos, incrementar su eficiencia y sus posibilidades futuras.