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¿Se abrirá realmente el grifo del crédito en 2014?

23 julio, 2013

Recientemente hemos leído las últimas cifras del Banco de España sobre la morosidad bancaria en nuestro país. La tasa se sitúa en el mes de mayo en el 11,2%, marcando un valor máximo desde la creación de la Sareb y acercándose a los valores previos de 11,38% en noviembre de 2012.

Este dato es aún más preocupante cuando vemos que los bancos han reducido en aproximadamente un 50 % su exposición neta al sector inmobiliario mediante las transferencias de activos a la Sareb y las provisiones, y la tasa de morosidad sigue escalando a un ritmo muy fuerte.

Si nos fijamos en la evolución del ratio de morosidad, la evolución de los dos componentes se ha invertido en el último año y medio. Desde 2008 hasta 2012 la cifra de créditos concedidos había permanecido casi constante (por refinanciaciones de grandes grupos y constructoras), mientras que los créditos dudosos crecían a ritmos muy elevados. Desde 2012 y acentuado por las cesiones a la Sareb, los crecimientos de los créditos dudosos son algo más moderados pero la reducción del crédito es mayor, por lo que la tasa de morosidad sigue escalando igualmente.

En este contexto de elevada morosidad y de estancamiento económico es improbable que los bancos vayan a cambiar sus actuales políticas de concesión de créditos y a facilitar el acceso a la financiación. Si gran parte del problema al que nos enfrentamos actualmente deriva de un excesivo endeudamiento de familias y empresas provocado por unas políticas de concesión demasiado laxas, lo correcto sería reforzarlas y no volver a caer en la misma trampa.

Pero no solamente hay que analizar la concesión del crédito, también la demanda. Según los datos del Banco de España, en 2012 los beneficios de las empresas cayeron un 11,2%, reduciéndose así sus ratios de rentabilidad, mientras que los hogares afrontan más desempleo, menos ingresos y una caída del 10% del precio de la vivienda en el último año. En este contexto es difícil pensar que haya muchas empresas ni muchos particulares haciendo cola en los bancos solicitando préstamos para operaciones de inversión y con garantías suficientes para devolverlos.

Según fuentes bancarias consultadas por OneRate Consulting, la demanda de préstamos de particulares está parada, y en las empresas se centra en compañías con tensiones de capital circulante o en operaciones de exportación que requieren de importantes garantías colaterales. Asimismo el coste de la deuda es un factor disuasorio para muchas de ellas que ven imposible rentabilizar operaciones comerciales si el coste de la financiación oscila entre el 7% y el 11%.

¿Es razonable pensar entonces que la apertura del crédito se producirá antes de que  los niveles de desempleo y consumo por un lado, y los resultados empresariales por otro, mejoren? Posiblemente de una forma muy selectiva sí que sea posible, pero seguramente debamos esperar algún tiempo (seguramente años) a que se reduzca el sobreendeudamiento y los créditos morosos de familias y empresas antes de que se generalice esa apertura.

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