Antonio Garrigues Walker: «Tendencias y signos de esta época»
Vulnerabilidad, volatilidad, incertidumbre, complejidad, ambigüedad, son las palabras clave de unos tiempos que, desde un punto de vista intelectual, van a ser fascinantes. Vamos a vivir intensamente unos cambios y tendencias en su gran mayoría imprevisibles. Que nos van a obligar a nuevas actitudes mentales que podrían llegar a originar situaciones profundamente positivas en lo que atañe a nuevos valores y a nuevas exigencias éticas.
El mundo empresarial empieza ya a asumir con decisión estas ideas -posiblemente es el mundo más avanzado en el proceso de adaptación-, y es consciente tanto de los riesgos como de las oportunidades que se le presentan. “Reinventar la empresa en la era digital”, un libro de la colección anual del BBVA trata el tema del impacto de la revolución tecnológica con especial riqueza de datos y sobre todo de idas sensatas y lúcidas de varios intelectuales y expertos informáticos. Como datos significativos resalta, entre muchos otros, que el 90% de los datos almacenados en el mundo se generó en los últimos dos años. Que la densidad de almacenamiento se duplica cada trece meses. Que los gastos de almacenamiento se dividen por mil con cada década que pasa. Y que Facebook tiene 1.300 millones de usuarios activos y YouTube recibe cien horas de vídeo por minuto.
Lo importante de estos datos es entender lo que implican.
Por de pronto nos fuerzan a asumir sin la menor reserva la existencia de unas realidades en las que habrá pocas zonas de confort y de seguridad. Pero al mismo tiempo muchas áreas en donde investigar, descubrir y poner en práctica soluciones distintas a las convencionales que habrá que abandonar con carácter definitivo. La innovación permanente será el objetivo básico e irrenunciable. Se innova o se muere.
El empresario de esta época histórica, cualquiera que sea la dimensión de su empresa, tiene que visualizar el mundo con otra mirada y con otras ambiciones. Su espacio y su capacidad operativa va a carecer de límites en todos los sentidos y por lo tanto sería absurdo autolimitarse en forma alguna. Su mente tiene que ser -además de flexible al máximo- auténticamente global y sus objetivos deben crecer y multiplicarse sin pausa. Cualquier forma de inmovilismo tendrá una penalidad inmediata.
Un estricto comportamiento ético
Esta será otra de las claves a tener en cuenta, porque acabará siendo la única forma de asegurar la sostenibilidad e incluso la rentabilidad de la empresa. El debate sobre la crisis del modelo económico actual va a estar presente durante los próximos tiempos.
Los libros de Piketty (El capital en el silgo XXI), Rifkin (La sociedad de coste marginal cero) y los análisis de Eric Maskin, de Joseph Nye, de Krugman y de otros muchos intelectuales anglosajones y europeos inciden en los riesgos de una desigualdad creciente y en el exceso de poder de ciertas élites, y están generando con ello un ambiente propicio a nuevas reflexiones, (y a veces planteamientos demagógicos), que van a colocar al mundo financiero y empresarial ante la necesidad de revisar a fondo su protagonismo en la sociedad actual y a intentar cambiar y mejorar su margen, aceptando mucha más transparencia -esta va a ser la época de la transparencia- y un cambio radical de sistemas de control que logren eliminar de raíz prácticas corruptas y abusivas.
Sería cosa buena, muy buena, que el mundo empresarial diera un buen ejemplo al resto de la colectividad español. En donde hay estamentos –especialmente el político, pero también otros- que no parecen dispuestos ni siquiera a plantearse la necesidad de un cambio. Y que nos pueden conducir a situaciones sin salida ni solución fácil. Hay que evitar que lo logren. Debemos y podemos hacerlo.
Antonio Garrigues Walker, jurista español y presidente de honor del despacho de abogados Garrigues