El muro del fracaso
En 2011 tuve una idea. Sabía que podría convertirse en un exitazo o fallar estrepitosamente, pero honestamente no tenía ni idea de cuál era el escenario más probable. No obstante, seguí adelante con optimismo, consolado por el hecho de que estaba «pasando a la acción» y arriesgándome.
La idea era crear un «muro del fracaso», utilizando una gran pared blanca en la sala de descanso de la oficina y alentando a los empleados y socios a escribir sus principales errores, en blanco y negro, para que todos los demás pudieran leerlos. Pensé que lo pondría en práctica empezando por mí mismo. Me colé en la oficina por la noche y escribí frases inspiradoras de gente famosa sobre el fracaso en el muro. Cosas como «El éxito es la capacidad de ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo (Winston Churchill)» y «Los errores son parte de la cuota que uno paga por una vida plena (Sofía Loren)».
“Irónicamente, el muro del fracaso resultó ser una de mis ideas más exitosas… Contribuyó a crear una cultura empresarial en la que el fracaso podía reconocerse abiertamente, aceptarse y utilizarse como una herramienta de aprendizaje”
Después, cogí un rotulador y escribí algunos de mis propios fracasos. Cosas como: «Debería haber vendido simpli.com a esa pequeña empresa en Silicon Valley (Google)» y «No debería haber esperado tanto para tener hijos«. Dejé un puñado de rotuladores y algunas instrucciones simples: (1) Describe un momento en que fallaste, (2) escribe lo que aprendiste, (3) firma con tu nombre.
A la mañana siguiente, la pared concentró mucha curiosidad. Todos se reunieron, en un momento u otro, para leer las citas y mis errores personales. No pasó demasiado tiempo antes de que un par de almas valientes añadieran sus propios errores y, tras unas semanas, no quedaba mucho espacio en blanco en todo el muro.
Algunas de las frases eran divertidas, como: “Pensé que se deletreaba ‘fale’*«; otras, poco creíbles: «Pensé que comprar Yahoo a 485 dólares era una buena idea«. Y algunas un poco alarmantes desde la perspectiva de un gerente: «Esperé meses para que alguien me dijera qué hacer antes de tomar finalmente la iniciativa”. La gente admitió errores que cuestan millones a la compañía, pero nadie tuvo problemas. Sé que, si está en el muro del fracaso, significa que el autor ha aprendido su lección y está dispuesto a compartirlo para que otros también pudan aprender, así que no me preocupo por ello.
Irónicamente, el muro del fracaso resultó ser una de mis ideas más exitosas. No solo fue catártico para las personas el exponer sus errores, sino que también contribuyó a crear una cultura empresarial en la que el fracaso podía reconocerse abiertamente, aceptarse y utilizarse como una herramienta de aprendizaje.
De esta forma, el muro del fracaso se hizo más grande que el espacio físico que ocupaba. Nos permitió hablar de errores, fallos, accidentes y posibles problemas de una manera práctica y no amenazante. Nos dio una manera fácil de proponer una idea arriesgada: «Esto podría terminar en el muro de del fracaso, pero ¿y si …?«. Y nos dio una manera de reconocer nuestro error cuando algo no salía según el plan: «Me equivoqué, pero al menos puedo ponerlo en el muro del fracaso«.
Tenía la esperanza de que el muro del fracaso llevaría a un cambio cultural, pero para ser honesto, no podría haber predicho cuán efectivo sería. La idea de transparencia y poner todo sobre la mesa es uno de los valores centrales que trato de encarnar personalmente e infundir en la cultura de cada empresa con la que trabajo. Es lo diametralmente opuesto a mostrar solo tus puntos fuertes y ocultar tus defectos. Pero, por mi parte, creo que es un sistema mejor, tanto en los negocios como en la vida.
*En inglés fracaso se escribe fail, pero su pronunciación es la misma que fale.
Jeff StibelVicepresidente de Dun & Bradstreet
Fuente: Artículo traducido del original The Failure Wall (Jeff Stibel)
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